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Este tema, un poco polémico, ya que ambas tendencias tienen fieles seguidores, los cuales bien argumentan su posición. La castración (refiriéndonos a orquiectomía, ovariectomía, ovariohisterectomía) conlleva una serie de beneficios para la salud de la mascota, pero también puede suponer una serie de perjuicios, que deben ser analizados de forma individualizada por el veterinario antes de asesorar a los propietarios, de
forma responsable, sobre esta cirugía.
Factores como la edad del animal, la raza, el compromiso del propietario o el uso previsto del animal deberán ser tenidos en cuenta.
La edad a la que se realiza la cirugía también es determinante; muchos de los problemas de una castración prepúber se pueden evitar realizando la cirugía, siempre que sea posible, cuando el animal haya alcanzado la madurez física.
Por estos motivos la castración nunca deberá ser planteada de manera sistemática y rutinaria a todos nuestros pacientes. Son los propietarios los que deben decidir y aceptar dicho procedimiento una vez hayan sido convenientemente informados sobre las ventajas y los inconvenientes del mismo.
Cuando entremos en consulta para hablar de la castración de nuestra mascota olvida los rumores y creencias populares.
Las tendencias sobre la castración del macho (orquidectomía) y de la hembra (ovariohisterectomía), se han relacionado habitualmente con otras consideraciones o rumores sobre su relación con otros temas, como el consabido de las gestaciones; y otros como las pseudogestaciones, el rumor de que es recomendable que la perra tenga crías al menos una vez para asegurarse su bienestar físico y psicológico, la evitación de patologías subyacentes al aparato reproductor, etcétera.
Actualmente, se sabe que con respecto a prevenir todas las patologías referentes al aparato reproductor tanto del macho como de la hembra (piómetras, tumores o quistes ováricos, problemas de próstata, etcétera), es recomendable la cirugía cuanto antes mejor. Las estadísticas hablan de que el mayor porcentaje de prevención se alcanza si se hace antes del primer celo en la hembra, o en el caso del macho antes de que alcance la pubertad (esto dependerá de si es raza pequeña o grande, ya que cuanto más grande es la raza más tardará en llegar a la maduración sexual). De hecho, hoy en día se considera por muchos especialistas, sobre todo provenientes de Estados Unidos, la castración temprana sobre la edad de los 4 meses.
Las estadísticas hablan de que el mayor porcentaje de prevención se alcanza si se hace antes del primer celo en la hembra, o en el caso del macho antes de que alcance la pubertad
En cuanto al comportamiento, está demostrado que no influye para nada si la castración se hace a una edad temprana o antes de la pubertad, además de que puede ayudar a prevenir algunos problemas dependientes de las hormonas sexuales como por ejemplo la agresividad intrasexual, el marcaje o el vagabundeo.
Por lo tanto y según esto, podríamos decir que lo mejor es hacerlo así, debido a su influencia positiva en lo fisiológico y en lo conductual. Ahora bien, también se sabe que las hormonas sexuales intervienen en el crecimiento y desarrollo del cachorro, por lo que debería ser recomendable dejar pasar la pubertad y esperar a después para la cirugía. El momento correcto para realizarla en las hembras sería el de reposo hormonal, es decir durante el anestro (momento del ciclo estral en que el aparato reproductor descansa y el nivel de progesterona es basal) (en nuestras palabras cuando no esta en celo).
Por supuesto, esas influencias de ambiente que considerábamos antes hay que tenerlas en cuenta. No va a ser lo mismo el caso de una perrita casera de piso, que el de un perro de guarda que vive en el campo. Quizá en alguno de estos casos no sea lo primero a tener en cuenta la teoría científica, sino la urgencia en evitar que a nuestra perra nos la dejen preñada.
Cada caso como único
Como hemos dicho anteriormente cada veterinario tiene su sistema y su opinión. Pero siempre considerando el caso clínico que se tiene delante como único.